Llegó el viernes. Yo estaba nervioso y con dudas, pero fui al parque. Allí me llevé una sorpresa. El hombre que me estaba esperando era el mismo que fue al funeral de Elena con chaqueta roja. Estuvimos hablando hasta que se hizo de noche, pero casi no recuerdo la conversación. Creo que dijo que era compañero de Elena en el trabajo. Creo que dijo que Elena no pudo suicidarse. Creo que dijo que alguien mató a Elena.
A la mañana siguiente –tras varias pesadillas- me desperté tirado en el sofá de casa. No sé por qué todo estaba revuelto. Junto a mí había una foto de Elena, partida por la mitad. Al ver la foto me puse a llorar recordando su olor y su suave piel. No pude soportar los recuerdos, así que salí a la calle.
No muy lejos de mi casa encontré un gran barullo. La gente miraba cómo la policía se llevaba un cadáver de una casa.